La primera aldea del mundo construida con botellas de plástico

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Es una aldea pionera, el primer pueblecito que se ha levantado botella a botella, reciclando envases PET de forma masiva como principales materiales de construcción. Bautizado con el elocuente nombre de Plastic Bottle Villae, esta comunidad eco amigable nos recuerda al concepto de ecoaldeas , entre otras razones por su apuesta por este material reciclado, pero también a consecuencia de su privilegiada ubicación, en plena naturaleza.
 
La Plastic Bottle Villae se autodeclara como una “comunidad eco residencial” diseñada para coexistir con la naturaleza, es decir, la selva tropical, pues está establecida en el corazón de la exuberante selva tropical de la Isla Colón, en Panamá. Se trata de la isla principal del archipiélago de Bocas del Toro, situado al noroeste del país, en el mar Caribe.
 
El proyecto está diseñado para minimizar su impacto ambiental y, a diferencia de lo que tantas veces ocurre, no es un proyecto de ayuda a damnificados por un desastre natural. En esta ocasión, el proyecto se plantea como una inversión y, a su vez, como un ejemplo global de lo mucho que se puede hacer para ayudar al planeta mediante inversiones rentables gracias al bajo coste de sus materias primas.
 
De hecho, este ecopoblado se halla en una de las propiedades más privilegiadas de la isla, una comunidad exclusiva gracias a esta particularidad, única en el mundo. Con este fin de distinguirla de las construcciones de salvamento que se hacen en barrios marginales, en esta ocasión a los compradores de la casa y el terreno sobre el que se edifica se les garantizará ROI positivo (rentabilidad o retorno de inversión), “mientras colaboran para cambiar el mundo en una dirección positiva”, apunta su impulsor, Robert Bezeau, un empresario canadiense reconvertido a ecologista.
 
El proyecto ocupa, por ahora, 33 hectáreas de selva, que se extiende desde la misma orilla del mar, y comprende tres fases de desarrollo durante las que se construirán un total de 120 viviendas, así como una pequeña tienda y albergue, todos ecológicos. Además, el albergue estará rodeado de huertos orgánicos que también harán la función de jardines y, en general, el pueblo creará zonas verdes a partir de los espacios naturales. En éstas, además, se podrá practicar yoga, senderismo y compartir momentos con amigos o familiares disfrutando de la naturaleza o, por ejemplo, haciendo barbacoas.
 
Una vez introducidas las botellas rellenas de arena dentro de una estructura metálica tipo jaula se cubren con una mezcla de cemento, con lo que se obtiene una pared de gran poder aislante térmico. Por lo tanto, tras cubrirse, las botellas utilizadas quedan escondidas. Cuando las botellas quedan a la vista, el efecto es espectacular, sobre todo por lo insólito que ha ayudado a convertir el proyecto en viral. Después, al recubrirse, adquieren un aspecto convencional que hace de ellas una oferta muy interesante a nivel estético. Sin embargo, su interior no es en absoluto tradicional, pues en el interior de sus paredes late plástico reciclado, sino toda una apuesta por la arquitectura sostenible.
 
El uso de estos materiales alternativos y cómo pueden ayudar a construir residencias modernas, “con estilo, buena calidad de construcción”, afirma Bezeau, se suma a ventajas económicas otros muchos beneficios ambientales. No solo porque se reutiliza un desecho que tiene un terrible impacto ambiental, sino también por evitarse el uso de materiales de construcción no menos polucionantes.
 
Asimismo, las casas son resistentes a terremotos, y su aislamiento térmico logra un ambiente fresco que evita tener que usar el aire acondicionado. Igualmente, ayuda a controlar la humedad ambiental que sufren los habitantes de las islas y zonas costeras. Se gana en calidad de vida y se ahorra en calefacción y aire acondicionado, sin olvidar que una huella de carbono ligera también cuida el planeta. En concreto, se logra que en su interior la temperatura sea hasta 17 grados más fría que en el exterior.
 
Un millón de botellas. El proyecto supone, por lo pronto, reciclar la friolera de un millón de botellas PET que, en buena parte, fueron recogidas por Robert Bezeau y otros habitantes para limpiar la isla. Y si bien es cierto que el hormigón utilizado no es el material más ecológico del mundo, en una sola casa se llegan a reciclar del orden de 10.000 botellas PET, con lo que el balance es tremendamente positivo.
 
En total, se utilizará un millón de botellas. Muchas de ellas, a buen seguro, atrapadas entre las paredes de las casas mantendrán a salvo a peces y tortugas que de otro modo hubieran muerto ahogados o atrapados por la basura plástica.
 
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