Hackers, white hats frente a black hats
En el mundo del delito, los delincuentes siempre van un paso por delante de aquellos responsables de hacer cumplir la ley. Lo vemos, por ejemplo, en los delitos asociados al narcotráfico en una zona como el Estrecho de Gibraltar.
A pesar de que las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado se equipen intensamente con medios materiales y humanos para actuar frente al crimen, los delincuentes siempre encuentran una vía de escape diseñando nuevas rutas de la droga, consiguiendo mejores medios de transporte y organizando sistemas cada vez más difíciles de rastrear por parte de las autoridades policiales.
En estos casos es habitual que haya trasiego entre estar a un lado de la ley y, al tiempo, pasar al otro. Es decir, que haya mentes pensantes que actúen del lado del crimen durante un cierto tiempo y que, posteriormente hagan su trabajo pero esta vez para dar caza a los delincuentes.
Eso se ve a menudo con los delincuentes informáticos, los llamados hackers. Esta palabra conserva todavía hoy una connotación negativa, pues se asocia a la delincuencia, cuando en realidad su acepción más extensa es la de expertos en informática.
Los sombreros blancos y los sombreros negros
Esta visión negativa de los hackers es real y comprensible, pues muchos de ellos, los denominados black hats o sombreros negros son aquellos que tienen una intención maliciosa en sus actos y su objetivo es saltarse los mecanismos de seguridad de los dispositivos.
A diferencia de estos, los white hats o sombreros blancos son los hackers éticos, es decir, profesionales con grandes habilidades en el manejo de equipos informáticos que investigan sistemas capaces de avisar de los fallos y desarrollar técnicas de mejora.
Hoy en día, esta figura de los white hats es más importante que nunca, pues la seguridad informática es muy relevante en la actualidad, pues prácticamente todas nuestras transacciones las hacemos a través de internet o de manera digital. Este fenómeno se ha visto reflejado en el mercado laboral, donde hay una alta demanda de informáticos y también en el sector de la formación donde los master de seguridad informática tienen una gran demanda.
El hacking, que va más allá de la formación en informática, congrega a todos los recursos destinados a despertar la curiosidad por el descubrimiento de lo nuevo en temas informáticos, de comunicación entre dispositivos y su seguridad.
En este sentido, lo que ocurre con la formación es similar a la situación entre crimen y ley, el conocimiento autodidacta va más allá que el propio sistema formativo. La filosofía del “learning by doing”, aprender a base de la práctica y la experiencia, es la que dirige este tipo de conocimientos. Es habitual que cuando una persona quiera descubrir algo de manejo informático, encuentre antes respuestas en tutoriales en internet que en la propia formación reglada.
Una carrera joven, pero con mucha demanda
La formación como profesional de ciberseguridad es una disciplina aún joven en España. Las empresas en España acuden en muchas ocasiones a expertos en informática que han adquirido sus conocimientos de manera autodidacta, e incluso es notorio que piratas informáticos que tienen historial delictivo pasen a formar parte de las plantillas de empresas de seguridad informática.
Para muchas personas, la ciberseguridad parece tener un campo de actuación muy reducido, pero la realidad es que hoy en día llega a todas partes. Cada minuto que usamos nuestro teléfono móvil podemos ser vulnerables ante amenazas cibernéticas: robo de datos, información personal, estafas monetarias...
Cualquier dispositivo conectado a la red es susceptible de ser hackeado, que es lo que hacen los sombreros negros. Los sombreros blancos, por su parte, son quienes están en el otro lado de la balanza. A nivel usuario es importante dotarse de sistemas de protección suficiente para hacer un uso adecuado de internet.
En el caso del ámbito profesional, las empresas también deben acondicionar sus instalaciones y sistemas para mantenerse poco vulnerables. En la actualidad, todas las compañías cuentan con profesionales propios o externos contratados para llevar a cabo estas tareas, pero siguen apareciendo nuevos delitos y amenazas.
El crimen y la persecución legal son las dos caras de la misma moneda, que se van retroalimentando entre sí. Con la informática sucede esta misma dinámica, y ahora es más evidente que nunca, pues dependemos de internet para prácticamente cada paso que damos. La seguridad informática seguirá creciendo en los próximos años, de ahí que sea vista como una opción atractiva para desembarcar en el mundo laboral.