En España ponen fecha de fin a las cabinas telefónicas y el 1 de enero empezarán a desmontarse
Es cierto que la tecnología deja obsoletos artículos que hasta hace muy poco tiempo parecían no solo necesarios, sino imprescindibles. El caso de las cabinas telefónicas es uno de esos artículos, que hoy para lo único que sirven es para ser vandalizadas para obtener un micrófono o un parlante.
A las cabinas le seguiran prontamente las guias telefonicas en papel, y otros tantos que aun no nos imaginamos
Son instrumentos de otra época. Y van a empezar realmente a ser cosa del pasado. A partir del próximo 1 de enero da comienzo la definitiva desaparición de las cabinas telefónicas públicas de las calles de España y también quedarán sentenciadas las guías de números de teléfono.
El Gobierno ya tiene listo el real decreto que servirá para dejar fuera de la lista de obligaciones de servicio público universal tanto las cabinas como los listines cuando acabe este año, confirman a El Independiente fuentes del Ministerio de Economía. El Consejo de Ministros tiene previsto aprobarlo de manera inminente -aunque previsiblemente no será este viernes-, y con ello Telefónica dejará de estar forzada a mantenerlos por más tiempo. La decisión está tomada y ya sólo queda el último trámite administrativo.
La obligación de Telefónica de gestionar las cabinas y elaborar las guías de teléfonos expira el próximo 31 de diciembre, después de varias prórrogas aprobadas por el anterior Gobierno. Ahora el Ejecutivo de Pedro Sánchez ya no convocará más concursos públicos en búsqueda de una empresa que se encargue de ellos (en los últimos años siempre quedaban desiertos ante el desinterés de las operadoras) y dará libertad a Telefónica para ir desmantelando la red de teléfonos públicos y dejar de actualizar la base de datos de los listines.
El desmontaje de las cabinas, en cualquier caso, será progresivo: el 1 de enero no desaparecerán de golpe los teléfonos de las aceras-, y es más que probable que algunos centenares de teléfonos que sí son rentables se mantengan operativos en distintas ciudades de España.
La Comisión Europea considera la obligación de servicio público obsoleta y ha recomendado los estados comunitarios su eliminación. Y la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia (CNMC) ha solicitado en reiteradas ocasiones al Gobierno que se replantee el mantenimiento de ambos servicios dentro del servicio universal dado su escasa utilización. El uso de cabinas ha caído en picado en un país con más de 53 millones de líneas de teléfono móvil y es un servicio claramente deficitario.
El actual servicio universal garantiza que tiene que haber como mínimo un teléfono público en cada municipio de 1.000 o más habitantes, a los que se sumaría uno más por cada 3.000 habitantes. En España, según los datos de Telefónica, actualmente quedan unas 16.600 cabinas, apenas un tercio del máximo histórico de 55.000 teléfonos en la vía pública que se alcanzó en 1999.
De ellas, 12.000 dejaron hace años de ser rentables y las que lo son no cubren la rentabilidad del conjunto del servicio. Telefónica pierde más de 3 millones de euros cada año por ellas, según las estimaciones de varias fuentes del sector.
Alrededor de la mitad de las cabinas repartidas por España no cursan ni una sola llamada. Ninguna. Nunca. En total, en las cabinas ubicadas en la vía pública se realizan unas 700.000 llamadas al mes, esto es, poco más de una llamada por cada teléfono y día. Cincuenta años después, las cabinas están condenadas a la desaparición. Aunque el primer teléfono público del país se instaló en el Viena Park de El Retiro madrileño en 1928, a las calles españolas no llegaron hasta finales de sesenta.
En paralelo la utilidad de los listines está en entredicho en la era de internet y cada vez son menos demandadas. La compañía está obligada a mantener la base de datos de números, y sólo reparte guías en papel si un usuario lo solicita: el año pasado sólo entregó unas cincuenta guías impresas en toda España.
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