La #huella se queda atrás en los #smartphones
No era suficiente el uso de un código de varios números para acceder a ese aparato electrónico que llevamos en los bolsillos y contiene, prácticamente, nuestra vida digital. En los últimos años los fabricantes de teléfonos móviles inteligentes se han comido la cabeza en llevar varias capas de seguridad a sus lanzamientos.
Los sensores biométricos, con la huella dactilar como principal exponente, lleva tiempo funcionando pero, ahora, con las decisiones de algunas compañías puede hacer que su empleo sea más engorroso o secundario.
En 2013, Apple decidió colocar, en su iPhone 5S, un sensor en el botón de Inicio para que los usuarios pudieran introducir su huella dactilar para, primero, desbloquear la pantalla y, segundo, como se ha venido demostrando en los últimos tiempos, autorizar pagos móviles. La fórmula funcionó por dos aspectos: su rapidez y su comodidad. Poco a poco este concepto de seguridad se fue extendiendo en la industria y, a día de hoy, son pocos los teléfonos de alta gama que no han abrazado este sistema de seguridad.
Pero, aunque ha venido para quedarse, los últimos movimientos de los fabricantes pueden hacer que su popularidad acabe. Firmas como LG o Huawei decidieron en su momento que el lugar más conveniente para colocar la huella era la parte de atrás en la zona central. Tomando el dispositivo con una sola mano el dedo índice debe caer justo en esa región. Es cuestión de acostumbrarse y algo diferente a la idea formulada por Apple hasta la fecha.
Samsung ha cambiado de bando. Ni lo uno ni lo otro. El lector de huellas ha ido a parar a la parte trasera pero equinado a su derecha, justo al lado de la cámara, lo que en las primeras pruebas del nuevo Galaxy S8 resulta, pese al esfuerzo de la marca surcoreana en defenderlo, incómodo. Tal vez esa decisión viene por el hecho de intentar forzar a sus usuarios a utilizar otro de los modos de desbloqueo incorporados y que, por supuesto, se ha invertido mucho dinero en hacerlo posible, el reconocimiento de iris y el reconocimiento facial. Ambas tecnologías están bastante depuradas y, en el caso de la última opción, funciona bastante bien.
En cualquier caso, el lector de huellas sigue presente y seguirá por mucho tiempo. Como sucede en anteriores ocasiones, la gama media ha venido incorporando esta solución a sus lanzamientos más recientes, con lo que tiene visos de ser aún más popular. El caso es que pese a haber sido uno de los pioneros en llevar este sistema biométrico a un producto de consumo, Apple puede modificar no solo su aspecto sino su ubicación.
Los rumores no cesan. Los nuevos vaticinios de los analistas apuntan, sin embargo, que el próximo terminal de Apple contará con un sensor de huellas dactilares en la espalda. El esfuerzo de la industria por reducir a la mínima expresión los marcos y bordes en esa tendencia que han venido a definir como «la era de las megapantallas» obliga a mover componentes y a rediseñar su ubicación.