Cinco productos futuristas de la #biotecnología para los que la ley no está preparada
¿Quién regulará la carne sintética si no depende de animales para producirse? ¿Y quién decidirá qué pasa si un musgo aromático artificial, en apariencia inocuo, se libera al medio ambiente?.
Carne cultivada en laboratorio. Ganado sin cuernos. Bacterias de diseño. Hay docenas de productos futuristas que están haciéndose realidad gracias a nuevas herramientas como CRISPR y la biología sintética. Pero por mucho que las empresas responsables intenten comercializar sus nuevas propuestas, hay una importante pregunta abierta: ¿quién los regulará?
Un nuevo informe de la Academia Nacional de las Ciencias de Estados Unidos afirma que las agencias reguladoras necesitan prepararse para nuevas plantas, animales y microbios que llegarán al mercado durante los próximos cinco a 10 años. Estos nuevos productos, según el informe, podrían sobrepasar la capacidad de los organismos reguladores.
"Todos estos productos pueden ofrecer muchos beneficios, pero la pregunta es: ¿cómo se comparan con sus opciones alternativas?", señala la codirectora del Centro de Ingeniería Genética y la Sociedad de la Universidad Estatal de Carolina del Norte (EEUU), Jennifer Kuzma, que también es miembro del comité de la Academia Nacional de las Ciencias que preparó el informe.
A continuación ofrecemos algunos ejemplos de productos futuristas en desarrollo para los que las agencias reguladoras no están preparadas:
Bacterias vivas que funcionan como fármacos. Cambios en las vastas comunidades de microorganismos que viven dentro y fuera del cuerpo humano podrían contribuir a generar enfermedades, pero los científicos aún no entienden todas las complejas relaciones que mantienen. Eso no está impidiendo que las empresas intenten desarrollar bacterias modificadas genéticamente para tratar todo un abanico de trastornos médicos, desde el cáncer hasta trastornos metabólicos. Ingeridos en forma de pastillas, estos microorganismos vivos podrían acabar en las aguas residuales y posiblemente en el agua potable. Así que además de un organismo sanitario, los brazos públicos del medio ambiente también podrían tener algo que decir.
Cosechas y animales editados genéticamente. Este año, la Agencia de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) propuso nuevas regulaciones que obligarían a los investigadores a obtener su aprobación para aplicar la edición génica en ganado, cerdos, perros y otros animales. La FDA ya regula los animales transgénicos (aquellos que tienen ADN extra procedentes de una especie distinta, como el salmón modificado genéticamente). Las directrices propuestas implican que cada alteración del propio genoma de un animal, sin añadidos externos, requeriría su aprobación.
Pero las cosechas modificadas genéticamente son competencia de los organismos ambientales, que contemplan los añadidos de genes de otras especies. Hasta ahora, los alimentos producidos mediante la edición génica no han dependido de más regulaciones ya que no contienen ADN ajeno. Por ejemplo, Cellectis, una empresa de terapias inmunes que celebró la primera cena de edición génica, está modificando genes existentes para que las plantas sean más nutritivas, se mantengan frescas durante más tiempo y resistan mejor frente a enfermedades y plagas. Mientras tanto, DuPont Pioneer está empleando CRISPR para producir una variedad de maíz más resistente a las sequías.
Carne artificial cultivada en laboratorio. La start-up Memphis Meats ha anunciado que planea comercializar carne de pollo sintética a partir de células animales en 2021. La empresa es una de las varias start-ups que intentan desarrollar proteínas animales que no requieran métodos agrícolas tradicionales. La carne cultivada en laboratorio representa una manera más ecológica y ética de producir alimentos, pero no está claro cómo se regularán estos productos. Los organismos de alimentación y consumo controlan la carne animal, los productos lácteos y los huevos, mientras que los aditivos alimentarios y los productos hechos a partir de células humanas suelen ser de otras competencias. La carne cultivada en laboratorio cae en una zona regulatoria gris, según la científica del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley (EEUU) y miembro del comité de la Academia Nacional de las Ciencias que elaboró el informe, Mary Maxon.
El musgo aromático. Además de conseguir alimentos más nutritivos o respetuosos con el medio ambiente, las plantas también atraen a los consumidores, tal vez debido a su aspecto o novedad, y también se volverán más comunes, según el informe de la Academia Nacional de las Ciencias. Esto incluye al musgo aromático, plantas que nunca se marchitan y variedades luminiscentes. Puesto que estas plantas modificadas genéticamente no representan una amenaza de patógenos, actualmente no requieren ninguna aprobación regulatoria en Estados Unidos. Pero podrían tener efectos potencialmente dañinos sobre la vida silvestre si acaban fuera del hogar de algún consumidor.
Genes dirigidos. Una potente técnica que promueve la propagación de un gen modificado dentro de una población al completo está siendo considerada para eliminar roedores invasores en islas y para erradicar los mosquitos que transmiten la malaria. La idea es que los organismos heredarían genes autolimitantes que los impulsarían hacia la extinción. Podría ser una potente herramienta para ayudar a salvar especies en peligro de extinción y reducir las enfermedades. Pero los genes dirigidos nunca han sido probados en entornos naturales. Debido a las posibles consecuencias no intencionadas para una comunidad local, el informe sugiere que haya un comité de revisión externa de expertos, además de miembros del público, para aprobar los genes dirigidos antes de que sean liberados del laboratorio. Kuzma dice que la tecnología podría ser aprobada cuando no haya más opciones, como una vacuna o una terapia eficaz.